Muchos ignoran esto… y la vida los arrastra



La vida no es justa. No siempre te avisa cuando viene un golpe.
A veces te da tiempo para prepararte… Pero muchas veces no.
Y si no estás listo… te pasa por encima.
Problemas, pérdidas, fracasos, días en los que no tienes fuerzas ni para levantarte…
Eso es parte del juego. Pero también hay una manera de enfrentarlo.

 


 
Hay una forma de avanzar, incluso cuando sientes que no puedes más.
Y para entenderlo… te contaré una historia.
Cada mañana en África, una gacela se despierta sabiendo que debe correr más rápido que el león más veloz, o morirá.
Cada mañana, un león se despierta sabiendo que debe correr más rápido que la gacela más lenta, o morirá de hambre.
No importa si eres león o gacela…  Cuando el sol sale, más te vale empezar a correr.
¿Qué prefieres ser? ¿El que caza… o el que huye?
¿El que gana… o el que sobrevive?
Da igual. Porque la verdad es que todos corremos.
A veces detrás de nuestros sueños… Y otras veces, huyendo de nuestros miedos.
Pero lo peor que puedes hacer… es detenerte.
Puedes caer. Puedes llorar. Puedes tomarte un momento para respirar.
Pero no te puedes rendir. Porque si te detienes… la vida no lo hará.
Te arrastrará contigo o te dejará atrás. Así que sigue.
Aunque duela. Aunque estés cansado. Aunque estés solo.
Acepta tu dolor. Ese es el primer paso. No el más fácil… pero sí el más importante.
Luego, mírate con honestidad.
¿Qué estás haciendo mal? ¿Dónde estás tropezando tú mismo?
No siempre podrás controlar los obstáculos externos…
Pero sí puedes dejar de sabotearte por dentro.
Y cuando lo hagas, estarás más fuerte para lo que venga de afuera.
No dejes que la tristeza te controle. No esperes a sentirte motivado.
Disciplínate. Marca objetivos pequeños. Corre cada día un poco más fuerte que ayer.
Porque este juego, el juego de la vida… no lo gana el más fuerte,
ni el más rápido, sino el que nunca deja de correr.
Así que dime… ¿ya estás corriendo hoy?