La vida requiere acción. Ya seas el más feroz de los
depredadores o la más ágil de las presas, el mandato del amanecer es inmutable.
Es el imperativo universal que establece que la inacción no es una opción. La
pausa, la duda y la indecisión son lujos que solo el sol puede permitirse al
ponerse al final del día.
Corre con el vigor de la gacela, con la certeza del león.
Corre porque el amanecer exige movimiento, y la recompensa es la continuidad
misma de la vida. En el corazón del África, en el corazón del mundo, la mañana
reconoce a aquellos que responden a su llamado con determinación y acción.
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